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Te contaba en el artículo anterior ¿Quién puede entenderte mejor cuando tu pareja ha sido infiel? la culpa que sentí por el dolor que le pudiera causar a mis hijas, me sentía una mala madre porque ellas vivían esa experiencia, el miedo que sentía por estar confirmando mi sospecha que mi esposo se estaba viendo con otra mujer, emocionalmente estaba quebrada, pero mi experiencia no terminó ahí te sigo contando que me pasaba en esos días

A la mañana siguiente

Él se dirigió a su trabajo, las niñas intentaron quitar el hierro a la situación con sus sonrisas y cariños antes de marcharse a la escuela y yo, una vez más, me quedaba como la esposa escandalosa con sus celos infundados, como “la bruja” que perdía los papeles por sus imaginaciones. Pero esta vez, había algo distinto en mí que no estaba dispuesta a ignorarlo. Mientras las horas pasaban, sin saber muy bien qué decisiones tomar, mi mente estaba elaborando un plan que ni yo misma podía imaginar. Tenía la seguridad de que debía actuar rápido, ya que tenía las pistas en frente de mis narices y si no lo hacía pronto la oportunidad de saber lo que realmente pasaba se haría más difusa.

Y apareció una idea en mi mente. ¡Ahí estaba mi plan! No sabía si resultaría, parecía algo arriesgado, pero no tenía tiempo para evaluar y pensar mucho más. Llamé a mi hermana que vive a pocos minutos de casa que viniese a cuidar a las niñas. Tan pronto llegó, sin darle mayores explicaciones, salí de casa con el único objetivo de mirar cara a cara a esa mujer y descubrir la verdad de su propia boca.

Al llegar a su casa la encontré con su hermana. Las saludé, y ella, que algo se sospechaba, buscó la excusa para rehuirme, pero la sorprendí antes de que se retirase del lugar. Nuestras miradas se cruzaron, la vi nerviosa. Yo estaba atemorizada por dentro y aún no sabía lo que iba a decir, pero no podía dejarme llevar por mis nervios. Esta era mi única oportunidad. Me acerqué decidida a ella, mirándola fijamente a los ojos y le dije:

  • Merezco al menos una explicación. Quiero escuchar lo que tienes que decirme. No dijo ni una palabra.
  • ¿Qué pasa? ¿Qué tienes con mi esposo?– Y con una sonrisa fingida entre el nerviosismo me respondió:
  • ¡Nada!
  • No mientas. Esta es tu oportunidad, para que me des tu versión. Vine para que hables antes de que haga algo peor que hablar contigo.

Ella siguió negando y llegué a pensar que quizás sí me estaba dejando arrastrar por mis celos. Era verdad que yo no tenía ninguna prueba salvo dos mensajes que tampoco dijesen algo comprometedor. Solo eran sospechas mías. Yo estaba acusando a alguien de algo que podría no ser cierto. Mi miedo intentó apoderarse de mí, sentía temblar mis piernas. Tomé consciencia de que estaba en la puerta de una casa ajena, amenazando con algo que podría ser una difamación. ¿Qué dirían de mí la gente que nos conocía en caso de que todo fuese mi imaginación? Me daba vergüenza imaginar lo que pensarían mis hijas cuando se enterasen de mis celos. Esto podía ser muy bochornoso para todos. Pero no, tenía que llegar hasta el final de la situación. No sé de dónde me vinieron las fuerzas, penetré con mi mirada a esta mujer y le solté sin dudar:

  • ¿Desde cuándo? ¿Cómo empezó? ¿Qué está pasando entre tú y mi marido? Te aseguro que la puedo armar muy buena. Si no tienes el valor de confesar la verdad delante de mí, volveré con todos los testigos que te han visto con mi marido. Y son más de uno. Quiero la verdad de tus labios o no dudaré en enfrentarte ante todos los testigos.

Ahora sí empezó a contarme su versión. No me esperaba escuchar tantas cosas, pero conseguí lo que había ido a buscar. Estos fueron los minutos más largos de mi vida. Le agradecí y me marché a casa.  A pesar de vivir a pocos minutos de su barrio, el camino se me hizo infinito, mi corazón palpitaba tan acelerado que tenía que controlar mi respiración porque no me sentía, el más pequeño movimiento me suponía un esfuerzo y conducir en estas condiciones fue una proeza. Estuve durante todo el camino con una pregunta goteando mi mente:

  • ¿Y ahora qué hago?…

Y tú que estás pasando una situación semejante te preguntarás ¿Qué hacer? Pues hay muchas posibilidades de elecciones que puedes hacer,  seguir así como yo lo hice ese día, dejarme llevar por mi instinto, quedarme meses intentando entre aciertos y errores los pasos a dar o puedes ahorrarte gran parte de errores ¿Cómo?

Continuará…

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