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Me pidió consejo una lectora después de que me contara su historia.

Resulta que lleva dos meses sufriendo porque encontró un lápiz de labios en el bolsillo de la chaqueta de su marido.

Y no, no era un regalo para ella. Estaba usado.

Elena supuso que era de otra mujer… (no se equivocaba)

Y cuando vio el lápiz de labios se le derrumbaban encima 26 años de lo que ella había creído que era un matrimonio perfecto. (Esto habría que verlo…Perfecto, perfecto…¿hmmm?)

Lloró, se hundió en la tristeza. Y lloró tanto, tanto, tanto de dolor que…

…no daba crédito…

…y por un momento creyó que a lo mejor estaba exagerando.

¡Que habría alguna explicación!

 

Lo negó todo

“Seguro que la hay. Seguro que no hay infidelidad…”

Estaba claro. Su mente acababa de encontrar un calmante imaginario para apaciguar el terrible desgarro interno

(…que de haber seguido llorando, se hubiese desmayado)

Me dijo que hasta se imaginó que su marido usara pinta labios y no se lo sabía dicho por las prisas

[Difícil opción, pero entendible, en la situación de Elena]

Alberto, su marido, negó todo. Hasta el color del pinta labios.

Pero, él sabía lo que había pasado…

Y le daba vergüenza contarle a Elena que sí, que se había puesto pinta labios de la vecina mientras la besaba.

La culpabilidad lo delató

Alberto quedó aplastado por su culpabilidad como una chincheta queda de un pisotazo contra el suelo.

Y se le notó en la cara. Quedó así descubierta la verdad.

Todo fue un caos desde ese momento…

…Él juró que fue una vez. Solo una.
…Que luego se arrepintió.
…Y no quiso tener que ver más con ella (la vecina)
…Pero que ella insistía.

Él insistió que solo fue una vez.

La gota que colmó el vaso

Le pidió perdón a Elena (Pedir perdón no sirve de nada en la infidelidad)

Y claro, Elena, conforme pasaron las semanas sí que vio que Alberto estaba arrepentido.

No había más que ver que él hacía todo para que ella no se moleste (ahora parecía tan dulce como el dulce de leche más dulce)

La señal de máximo arrepentimiento llegó al día siguiente de que Elena descubriera que su marido usaba el pinta labios de la vecina…

Yo cedí a la ira cuando me enteré…
Y lo agredí física y verbalmente, y no se defendió”

Tremenda paliza le cayó a Alberto para que Elena descargue su rabia sobre él.

Seguro que el dolor de las bofetadas y los puñetazos de Elena eran insignificantes al lado del dolor de su culpabilidad.

¡¡Y no solo de su culpabilidad!!

Elena lo podría ahora abandonar con motivo.

“Le quiero pero me cuesta”

Y él, con solo imaginar su soledad, prefería las bofetadas de Elena en su cara.

Efectivamente, después de que Elena descargara su rabia sobre él.

Se echó a llorar y le suplicó que no le fuese a dejar.

Y desde entonces…hace dos meses,

“…me ha jurado que me ama, que soy su vida…
…se ha desmejorado un poco. No sé qué hacer.
¿Me da algún consejo?

Yo lo quiero, pero me cuesta.
Tengo que ver a esa mujer siempre. Y es lo más difícil.
¿Qué hago?

Por lo tanto. Si lo más difícil es ver a esa mujer siempre, vende la casa y múdate.

¿Que quieres sentirte bien, que Alberto se mejore y que salgáis reforzados LOS DOS de esta situación para continuar vuestra relación sin este dolor y volváis a ser felices…?

Inscríbete a mi Programa Reconciliarte, para superar el dolor por la traición de la infidelidad de Alberto.

Óscar 

PD: Si tú eres Alberto es más sano que te quites el miedo a perderla y la culpabilidad.

 

PD2: Es posible que estés como una piltrafa y si no te recuperas, te tendrá lástima y no se volverá a enamorar de ti. Le darás solo pena.

 

PD3: Le habrás decepcionado toda la vida. Y tu matrimonio se irá al garete. Y sí, te quedarás solo.

 

PD4: Si quieres otra oportunidad con Elena, que ella no te guarde rencor, ni te vuelva a reprochar, y que vuelva vuestra felicidad como cuando las cosas iban bien, inscríbete a mi Programa Reconciliarte haciendo clic aquí para quitarte la culpabilidad 


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